Carta abierta al feminismo

Por: Irasema Cruz Luna

Reflexiones sobre el feminismo como herramienta para la erradicación del racismo

El presente artículo tiene como intención reflexionar respecto al racismo y el papel que juega el feminismo para la erradicación de este. En redes sociales he observado que ha surgido una fuerte discusión respecto al feminismo, al que algunas personas han decidido nombrar feminismo blanco. En realidad, no sé si es correcto denominar así al feminismo o al menos a un sector de este. Sin embargo, han surgido en mí dudas respecto al papel que juega y desde dónde surgen las luchas que en él han manado. Además, también he observado que hay una gran discusión sobre las mujeres trans y el espacio que han ganado.

Me llama la atención, pues lo cierto es que para mí el feminismo es un espacio de lucha. Cuando tenía trece años decidí llamarme feminista. Mi madre prendía la radio y escuchábamos un programa dirigido por una mujer llamada Alejandra Ponce, en el programa escuchaba respecto a los derechos de las mujeres y las luchas que habían emanado a partir de las muchas violencias e injusticias que hemos vivido. Sin embargo, hace 3 años decidí dejar de llamarme feminista. Hubo un momento en que dejé de sentirme identificada, me dolía que en algunos momentos replicáramos algunas violencias o actitudes que siempre hemos señalado y deseado erradicar.

Hace unos meses decidí volver a denominarme feminista, la marcha del 8 de marzo de este año me hizo respirar aire fresco, sé que el feminismo es ese espacio de lucha cotidiana para resignificarnos, no solo las mujeres, sino también todos y todas como sociedad. Es donde surgen luchas por los derechos humanos de las personas, hombres y mujeres.

Feminismo: una puerta a la libertad de todas las personas

Es así como yo lo veo: el feminismo es una puerta a la libertad de las mujeres, pero no hay libertad propia si no se lucha por la de los demás. Pero no solo eso, el feminismo surgió desde el cuestionamiento y el deseo de reconocimiento de los derechos de nosotras las mujeres. Por lo tanto, un ejercicio que no puede dejar de existir en él, es precisamente el tener la libertad de cuestionar. Cuestionar no sólo al patriarcado que sigue estableciendo artimañas para seguir sometiendo. Sino también cuestionar al propio feminismo y nuestra forma de ejercerlo.

Es decir, se trata de establecernos preguntas, que por su puesto nos pueden sacar de balance y confrontarnos de una manera muy severa, pero para crecer y evolucionar a veces es necesario hacer este ejercicio metacognitivo. Preguntarnos, por ejemplo: ¿Desde dónde estamos ejerciendo nuestro feminismo? ¿La incomodidad de las mujeres afrodescendientes, indígenas o trans son un llamado de atención para las mujeres que de alguna manera las hemos olvidado?

No sé la respuesta a estas preguntas, pero sí sé de la necesidad de cuestionar todo lo que hemos construido como una realidad, en donde hay otras realidades que han sido, a veces o muchas veces, dejadas de lado. Y eso ha sucedido una y otra vez desde el lugar de privilegio de unos y otras. Porque sabemos que no es lo mismo ser mujer campesina que ser hombre campesino, como tampoco es lo mismo ser mujer de piel blanca que nunca seremos discriminadas por el color de piel que ser una mujer de piel morena que sí lo será.

Por ello, es importante flexibilizarnos y tratar de ver con los ojos de los demás. El feminismo es un lugar de lucha por la justicia principalmente de las mujeres y mujeres somos las que nos nombran mujeres y se nombran a sí mismas como tal.

La lucha por la justicia es de todas las personas que creemos en los Derechos Humanos, de quienes buscamos construir un mundo mejor no sólo para una misma, sino que implica una sociedad sensible, compasiva y amorosa para todas y todos. El feminismo es ese lugar, lo creo y lo sé. Si bien, las mujeres no somos santas, sí somos quienes a lo largo de los siglos hemos sufrido vejaciones y por ello mismo debemos ser sensibles a las palabras de quienes reclaman privilegios y un lugar reconocido en la sociedad.

Considero que denostar la lucha de las mujeres trans refiriéndonos a que no son nuestras o que pertenecen a “otro saco” no es algo que dignifique a nuestro movimiento. Por lo tanto, esta carta es una invitación a buscar aquellos lugares comunes con nuestras hermanas afrodescendientes, indígenas o trans que buscan ser visibilizadas y que la sociedad definitivamente tiene una deuda histórica con ellas. Es hora de que el protagonismo sea de ellas, que ellas se levanten y revolucionen y que quienes de alguna manera tenemos privilegios, limitados si quieren, pero privilegios, nos hagamos a un lado y seamos capaces de seguirlas y abrir nuestro entendimiento a sus palabras y ser compañeras de ellas para que aquello por lo que tanto hemos peleado sea realidad no solo de unas, sino de todas las mujeres.

Consideraciones finales

Los Derechos Humanos no pueden ser cuestionados desde ningún lugar, las mujeres hemos hecho mucho para lograr cambios sustanciales en una sociedad patriarcal. Hay todo un recorrido por hacer, sumar esfuerzos es lo que hace que haya éxito en las campañas y en batallas que se han enfrentado a lo largo de la historia de la libertad. Abrir el entendimiento, el corazón y los oídos puede ser clave para lograr romper con una historia de opresiones.

Quizá duele para algunas de nosotras darnos cuenta de que hemos idealizado el feminismo, a tal grado que en algunos momentos nos cuesta trabajo cuestionar el cómo lo llevamos a cabo en la práctica. Considero que lo importante aquí es darnos cuenta de que siempre es posible cuestionar lo que hemos aprendido, cuestionarnos a nosotras mismas para poder deconstruirnos y hacer aquello que nuestras antecesoras visualizaron como una realidad.

Los Derechos Humanos son de todas y todos y ese es el centro de la lucha feminista, construir un mundo con igualdad de oportunidades, con la posibilidad de que el patriarcado algún día, no sé si cercano o al menos, espero y deseo, no muy lejano, sólo sea parte de la historia de cómo nos unió a muchas y muchos para construir una sociedad más justa y compasiva.

Irasema Cruz Luna. Es Maestra en Educación y Desarrollo Humano por la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla y Licenciada en Psicología por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Actualmente es Coordinadora del Centro de Éxito en la Universidad Interamericana. Es docente a nivel licenciatura y preparatoria. Ha impartido conferencias y talleres relacionados con temas de Derechos Humanos, Género y Desarrollo Humano. Colaboró como enlace estatal del servicio de apoyo para detección, atención y canalización de situaciones de violencia en secundarias estatales. Así como en el Programa Abriendo Escuelas para la Equidad de la Organización de Estados Iberoamericanos en colaboración de la Secretaría de Educación Pública.